Una de los ámbitos de la globalización, entendida como un proceso de apertura de las economías nacionales y de integración de países y pueblos que se produce como consecuencia del aumento de las transacciones fronterizas de bienes y servicios, así como el flujo de capitales y por la difusión de la tecnología; es el aspecto cultural, el cual, como consecuencia de las tecnologías de la información, difunde internacionalmente pautas de comportamiento y consumo.
Así, una de estas pautas de comportamiento es la propaganda de alimentos no saludables, de carácter adictivo por ejemplo alimentos procesados a base maíz, que llevan numerosos aditivos químicos, los cuales son un importante motor para el aumento de peso. Ciertamente, estos alimentos procesados reciben dinero para añadir toneladas de químicos para crear un producto adictivo. Al mismo tiempo, los científicos reciben dinero por encontrar la mezcla exacta de sal, azúcar y químicos para hacer altamente adictiva la comida instantánea más nueva; los anunciantes reciben dinero por promoverla; y al final, la industria de la salud gana fortunas al tratar la enfermedad que inevitablemente produce[1].